Crítica literaria publicada originalmente en Diario El Pilín
De mi última visita a la Furia
del Libro traje varios libros y
plaquettes que, a mi juicio, es necesario ponerles atención. No me
quise ir a la segura de comprar lo que se ha reseñado u opinado
hasta el hartazgo en los medios especializados, redes sociales o en
la prensa, sino más bien, quise darle una chance más que merecida,
a esas editoriales independientes que hacen trabajo de hormiguita y
son solo conocidas dentro del circuito, y ahora, a través de esta
humilde nota quisiera hacerles justicia para que se interesen en
nuevas lecturas.
En esta oportunidad comentaré tres libros de la colección
Microficciones de Ediciones
Scherezade: Motivos de fuerza mayor
(Christian Solano), Astillas de hueso (Gabriela Aguilera) y Ropa
usada (Pía Barros)
La vida y el afecto en latencia constante
“Motivos de fuerza mayor” de Christian Solano (Lima, 1976) estás
divido en cuatro escenarios de la vida cotidiana: Motivos de fuerza
mayor -que da nombre al libro- habla sobre el amor de pareja; Family
room nos adentra a los sinsabores de la vida familiar desde
diferentes ámbitos; Fantasmas guardan relación con las dudas
existenciales que acarreamos a partir de nuestras lecturas y
vivencias; y por último está Zoofobia que establece ciertas
similitudes, cargadas de humor e ironía, entre la conducta animal y
la humana.
La calidad narrativa de estos microcuentos es bastante irregular, hay
algunos muy bien logrados como “Sobrepoblación” que en sus
inquietantes imágenes nos transportan a pasajes kafkianos, y que en
cierta línea, me hizo recordar a Juan José Arreola. Pero también,
este volumen, presenta otros relatos francamente débiles, que no
pasan de ser anécdotas o ideas en voz alta sin madurar, como es el
caso de “Primera palabra”. Aún así es un libro de lectura
amena. Solano, supedita la voz narrativa a un bien mayor que es la
unidad textual lo que permite un goce lector y libre interpretación
de acuerdo a los gustos personales.
Microcuento destacado:
Una mejor excusa
Sin dejar de chupármelo, acomoda su sexo en mis narices. Me
excita su olor irrespirable. Al lamer su clítoris, sus labios
rosados tiemblan. Beso su ano, mordisqueo sus nalgas. Ya me vengo, me
dice y me riega la cara con un chorro largo. Me ahogo con su líquido.
Termino en su boca. Se mojan las sábanas, el colchón. Enseguida,
nos vestimos y la niñera plancha lo mojado para que mi esposa no lo
note. Es probable que ya no se crea que el bebé volvió a orinarse
en la cama. (pág.
36 de Family room)
Motivos
de fuerza mayor
Christian
Solano
73
páginas
Santiago
de Chile, 2015
ISBN:
978-956-9417-07-8
Las torturas como alma en pena en la memoria colectiva
“Astillas de hueso” de Gabriela Aguilera (Santiago, 1960) es un
volumen poderoso desde el rescate de la memoria nacional y
latinoamericana reciente. Con una profunda valentía que solo una
mujer que ha vivenciado el horror puede permitirse, recrea momentos,
sensaciones, temores individuales y colectivos que guardan relación
con las torturas en manos de quienes se tomaron poder a través de la
violencia y que la instauraron como política de Estado.
Hay mucho de Roa Bastos en estos relatos, que circulan entre el
horror y lo onírico; entre lo maquinado y lo brutalmente ejecutado.
La capacidad de Aguilera para retratar a torturadores y victimarios
desde lo simbólico, pero también desde lo real: “Había
heredado el aplomo y la galanura de los descendientes del Volga y los
gustos exquisitos del Gran Imperio” pero
también desde el espanto y la brutalidad: “Levantó la
mano enguantada que empuñaba el corvo y lo clavó infalible en la
garganta del prisionero. Siempre sonriendo, lo sacó con un rápido
ademán y lo limpió en la camisa del hombre que, a sus pies, se iba
en la sangre oscura que manchaba el suelo de cemento” (El
Príncipe, pág. 31) nos dan cuenta que un narración consistente.
La autora traza un recorrido geográfico acudiendo a los desgarros
creando un tejido que sigue las huellas de sangre en nuestra
Latinoamérica. Los trece relatos sobre los kaibiles son
escalofriantes, hombres entrenados
para ejecutar sin cuestionamientos, pero que una vez pasada la
esquizofrenia colectiva se ven enfrentados a sus fantasmas y temores,
donde sin duda el peor verdugo es la propia consciencia.
Microcuento destacado:
Los ensacados
Con Pisagua, dolorosamente en la memoria
Así los encontraron, diecisiete años después, en un pueblo
costero del norte. Los habían metido en sacos, luego de vendarles
los ojos y dispararles de frente y de espaldas. Los ejecutores ni
siquiera les dieron la oportunidad de quedar mirando el mar y los
arrojaron en la fosa de dos metros de profundidad. Permanecieron
sumergidos en la oscuridad y la sal. Pero los muertos que no son
olvidados insisten en aparecer. Cuando salieron a la luz, el grito
que permaneciera coagulado en sus bocas después de la última
ráfaga, se escuchó en todo el país acribillado. (pág. 26)
Astillas de hueso
Gabriela Aguilera
108
páginas
Santiago
de Chile, 2015
ISBN:
978-956-9417-03-0
Valoración:
imprescindible, ¡léalo ahora ya!
La exquisita riqueza textual de Barros
“Ropa usada” de Pía Barros (Melipilla, 1956) es un libro rico en
retratos que evocan ese sentimiento intrínseco que se tiene por los
cuentos, en su sentido más elemental, el gusto de escuchar o leer
una buena historia bien contada, así de simple, y así de efectivo.
Barros hace gala del talento que le es innato, relata con
espontaneidad empleando un lenguaje rico, atrevido y dinámico.
Este libro consta de dos escenarios. El primero guarda relación con
historias de diversa índole que atraviesan situaciones
protagonizadas por personajes dentro contextos populares, pero
dotándolos de ese halo que nos maravilla, sorprende o sobrecoge,
como el primer relato: “Creo haber oído que aquella noche el
Emperador amó a la muchacha. Dicen que la leyó una y otra vez, pero
lo asombroso era que, a cada giro del amor, los cuentos se
entremezclaban y nunca podía leerse la misma historia” (pág.
8).
El segundo escenario, Ropa usada, es una metáfora cargada de
denuncia. En esa tienda la ropa se comporta como un ente orgánico
con quienes entran a comprar y traspasa parte de su terrible historia
para impedir que la amnesia social se instaure: “-Es que los
trajes de los torturadores nos calzan bien a todos – piensa la
vendedora limándose la uñas, derrotada” (pág. 59); o que
también sea el medio para recibir gratas sorpresas como la muchacha
poco agraciada que encuentra la belleza, inesperadamente, en un
abrigo de características similares. La dependienta, testigo
sigilosa, lima sus uñas mientras observa dejando que cada cual
encuentre eso que alguna vez perdió o nunca tuvo, sin importar como
quede, porque al final en el acomodo es donde la historia toma
ribetes insospechados y sigue su curso.
Microcuento destacado:
Historias tontas
El marino le iba contando la historia de cada una de sus
cicatrices que tenía derramadas sobre el cuerpo.
Siempre pensó que la había seducido su bravura, su gallardía,
pero lo que ella amó, fue su capacidad de contar cuentos. (pág.
16)
Ropa usada
Pía Barros
70
páginas
Santiago
de Chile, 2015
ISBN:
978-956-9417-05-4
Valoración:
imperdible, sandía calá
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